sábado, 16 de abril de 2011

Vacío

Érase una vez un niño vacío. Nació vacío, creció vacío, y un día se fue de casa sin mostrar más que su única expresión, una expresión vacía. Se puso a trabajar, sin dejar ni una sola huella que lo idenificase, porque seguía estando vacío. Un día conoció a alguien especial. Era alguien que lo amaba, alguien que sentía que ese vacío suyo tenía un hueco en su corazón lleno. Pero él no podía corresponderle, porque estaba vacío. Así que lo hizo sufrir un tiempo y luego lo dejó escapar, sin la menor expresión en su rostro vacío. Envejeció pues solo, en esa especie de burbuja de vacío en la que llevaba metido toda su vida. Y su cuerpo murió por fin, también solo, yendo a reunirse con su alma, que llevaba muerta desde antes de su nacimiento.

sábado, 9 de abril de 2011

Based on true events

-Y... ¿cuánto tiempo dices que llevas aquí?
-Pues no lo sé. Mucho tiempo, unos cuantos años. Ya he perdido la cuenta.
-¿Y te acuerdas de todos los que te han enseñado?
-No. A algunos no los reconozco ni cuando los veo. Y es vergonzoso, porque ellos sí me recuerdan, y me hablan, y yo debo fingir que sé quiénes son. Sólo por respeto.
-Pero de otros te acuerdas...
-Sí, de otros sí. O, a veces, no los recuerdo a ellos, pero sí vivencias que tuve con ellos. Por ejemplo, hay una chica que me enseñó cuando tenía... Pues debía tener unos ocho años, más o menos. No sé, no me acuerdo exactamente. En cualquier caso, un día cuadró que ella estaba desanimada o deprimida, y a mí no me apetecía prestarle atención. Así que no lo hice. Y ella me riñó, me dijo que no podía hacer eso y que por qué no le hacía caso. A mí, desde pequeña, me han enseñado que esa clase de preguntas son retóricas, que cuando te las hacen debes quedarte callado y poner cara de sumisión, en lugar de contestarlas como cualquier otra clase de pregunta. Pues bien, parece ser que ella no lo veía así. Insistió varias veces en la pregunta, y como yo no contestaba, se echó a llorar. Y yo, que no lo entendía, me quedé mirándola con indiferencia, porque, ¿qué había hecho yo para que llorara? Únicamente había puesto cara de sumisión y arrepentimiento ante una pregunta retórica, ¿qué tenía eso de malo?
>>Después, al salir de la habitación, fuimos a otra sala a tomar algo, porque era el último día del curso y siempre hacemos eso el último día del curso. Y unos chicos mayores que yo, que estaban en mi misma clase, me vinieron a reñir. "Ya te vale", me dijeron, "has hecho llorar a la profesora".
>>Y me sentí muy mal, porque no lo entendía, porque yo no había hecho nada, sólamente no le había prestado atención, sólamente no había contestado a su pregunta retórica, que tal vez no era retórica.
-No creo que fuera culpa tuya, sencillamente esa chica debía tener un mal día.
-Eso mismo pienso yo ahora, pero en aquel momento me sentí un monstruo, el ser más horrible del mundo, porque había hecho llorar a nada menos que un adulto, una de esas personas distantes que jamás dejan caer una lágrima. Porque así veía yo a los adultos, eran seres superiores, no lloraban nunca. Por eso había algo que no cuadraba.
>>El caso es que fingí que me daba igual lo que me habían dicho aquellos chicos, y me fui a un rincón solitario a comer gusanitos, que es lo que hacía siempre. Hacía unas semanas me habían enseñado a hacer letras con los gusanitos, así que para disculparme, hice una A, la inicial del nombre de la profesora, y se la regalé. Dudo mucho que entendiera el gesto, pero lo hice con toda mi buena intención. No dije ni una palabra, sólo le tendí la A hecha de gusanitos y me fui antes de que abriera la boca. No quería hablar con ella, ni disculparme ni que se disculpara, sólo quería sentir que no pasaba nada, que no lloraba por mi silencio, que yo no tenía la culpa de que se sintiera mal.
-Vaya, debió de ser una experiencia extraña.
-Lo fue. Pero a lo que quería llegar, no recuerdo a esa chica.
-¿Cómo que no?
-No, no la recuerdo. No recuerdo ningún otro día de clase con ella, no recuerdo su cara, no recuerdo a los chicos que me dijeron que todo era por mi culpa y no recuerdo su nombre. Sólo recuerdo esa anécdota, y recuerdo que su nombre empezaba por A gracias a los gusanitos. Sé que era su inicial. Pero no se si se llamaba Anne, Alice... Simplemente no me acuerdo.
-Qué curioso. Pero bueno, a veces las personas no son lo importante. Lo importante son las vivencias que te hacen recordar esos pequeños detalles. La situación. Los gusanitos. Su inicial.