sábado, 25 de agosto de 2012

Tiempo

Avanza el tiempo, constante, sin pausa. Un segundo, y otro, y otro. Siempre igual y siempre distinto. ¿Para alguna vez? Sí, pero finge que no para que no pensemos en ello. Sólo para cuando necesita aliento, y luego continúa como si nunca se hubiera detenido. Y entonces, de pronto, lo veo pasar y pienso: "¿Cuándo diste un salto tan grande?"
Avanza el tiempo, constante, sin pausa. Un segundo, y otro, y otro. Pero el tiempo es mudo. Es un gigante mudo que nos come poco a poco, cuando no miramos,un titán embravecido y al tiempo, un pequeño insecto, tan silencioso como letal. Se esconde en relojes impíos, y en arrugas y en lágrimas, y en recién nacidos. Tiene una risa tétrica que nunca oímos, un pequeño tintineo en tonos graves; nos zumba en los oídos y se calla cuando nos damos cuenta, aguanta la respiración hasta que nos distraemos un momento y entonces vuelve a la carga.
Es curioso ese pequeño diablillo, a quien miramos de niños con expresión de deseo. Luego, cuando se quita su máscara de payaso y convierte los caramelos que ofrecía en cucarachas, queremos volver atrás, pero ya es tarde. Ya nos tiene en sus brazos, nos acuna y nos duerme con sus nanas, nos dice que si no pensamos mucho en él no nos hará sufrir.
Cuando el tiempo está aburrido de nosotros, nos va tolerando con sus suspiros, que nos endurecen y blanquean lentamente, y cuando no puede más nos coge y nos guarda en su caja fuerte, junto con tantos otros que vivieron el mismo destino y corrieron la misma suerte.
Y entre nosotros, el ciego envidia al tuerto, y el que se hace amigo del tiempo sufre más que todos. Los amigos del tiempo somos aquellos que, al ver que el tiempo no se aleja de nosotros, decidimos dar el primer paso en la distancia. Un primer paso absurdo, pues nosotros ni siquiera tenemos escapatoria. Estamos más en sus brazos que ninguno.

viernes, 24 de agosto de 2012

Desierto

Cuando te hayas ido
volveré buscando los despojos
que en el suelo dejaste,
cuidadosamente esparcidos.

No quemaré esos rastrojos
que más tarde el tiempo llevará;
guardaré
en secreto enterrado el pensamiento
de un anhelo que me embota los sentidos.

Y cuando apenas quede el olvido frío,
vasto, macabro, desnudo,
recogeré los vestigios que resten
de aquello que una vez quiso ser
y no pudo.