sábado, 16 de abril de 2011

Vacío

Érase una vez un niño vacío. Nació vacío, creció vacío, y un día se fue de casa sin mostrar más que su única expresión, una expresión vacía. Se puso a trabajar, sin dejar ni una sola huella que lo idenificase, porque seguía estando vacío. Un día conoció a alguien especial. Era alguien que lo amaba, alguien que sentía que ese vacío suyo tenía un hueco en su corazón lleno. Pero él no podía corresponderle, porque estaba vacío. Así que lo hizo sufrir un tiempo y luego lo dejó escapar, sin la menor expresión en su rostro vacío. Envejeció pues solo, en esa especie de burbuja de vacío en la que llevaba metido toda su vida. Y su cuerpo murió por fin, también solo, yendo a reunirse con su alma, que llevaba muerta desde antes de su nacimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario